Tenemos que hablar
Después de muchos años publicando blogs y comunicando a través de herramientas digitales, volvemos al papel, al correo postal, a los encuentros presenciales y al debate cara a cara. Tenemos que hablar.
Sólo la comunidad organizada puede generar un mejor modo de vivir
Después de muchos años publicando blogs y comunicando a través de herramientas digitales, volvemos al papel, al correo postal, a los encuentros presenciales y al debate cara a cara. Tenemos que hablar.
La guerra es la gran cuestión de nuestra época. Y ahora, el nuevo horizonte de Europa. Entender la naturaleza del militarismo y hacia dónde nos conduce es el primer paso necesario para no caer en las trampas y discursos que jalonan el camino hacia la guerra.
¿Conectan nuestros mensajes con los valores, deseos y objetivos de los jóvenes que son la cantera del cooperativismo de trabajo de la próxima década? ¿Estamos dando una respuesta útil a sus miedos?
Por fin un apocalipsis como dios manda que nos recuerda que reconstituir la sociedad significa volver a la centralidad de la comunidad y lo comunitario, reafirmar la centralidad del trabajo y el conocimiento y afirmar un futuro en comunidad que haga posible hoy una moral de la vida como camino alternativo a la barbarie.
Tanto las asociaciones y ONGs como los programas de emprendimiento tienen mucho que ganar si repiensan sus equipos como comunidades de trabajo, pero aún más si son capaces de convertirse en entornos que impulsen el desarrollo personal de sus miembros más allá de las consecuciones de objetivos.
Las tendencias sociales y culturales que nos llegan desde EEUU -y cuyos resultados están en la base de los desgarros de la convivencia en aquel país- apuntan hacia una erosión brutal de las relaciones humanas no mercantiles y por tanto, hacia un desarrollo extremo de la atomización, la alienación y la soledad. Pero ¿se puede enfrentar un cambio cultural hacia el que apunta la evolución de toda nuestra civilización?
2025 será un año clave en el desarrollo de la estrategia que comenzamos a esbozar hace ahora diez años, centrada en la formación de un tejido cooperativo de trabajo con un fuerte componente digital, integrado en las comunidades rurales en lucha contra la despoblación.
2024 marcó el fin de un ciclo ideológico, el del identitarismo. También el de un verdadero renacer de las cooperativas de trabajo en Europa. La ventana que se abre nos da una esperanza, que un segmento de la juventud se lance a la conquista del trabajo.